Creo que si hace 4 años me hubiese dicho que mi uniforme de trabajo iba a ser un equipo de buceo y que mi oficina sería el inmenso y hermoso mar de nuestro país no lo hubiese creído, pues toda mi vida pensé que mi trabajo como diseñadora gráfica se iba a limitar a una pantalla y a un software de diseño. Hoy estoy más que convencida que va mucho más allá de eso, que la comunicación juega un rol vital no solo en la visibilización de cualquier proyecto, sino en la visibilización de todo aquello que a simple vista no vemos, que sentimos tan distante o misterioso, de aquellos que no tienen voz, de ese mundo que solemos pensar que solo los biólogos pueden llegar a conocer, el inexplicable, imponente y resiliente mundo marino. En este tan corto tiempo podría hablar de muchas experiencias vividas pero en esta ocasión quiero hablar de una que sin duda quedará por siempre en mi corazón, no solo por haber tenido la oportunidad de presenciar y conocer por primera vez en vivo y en directo el proceso de restauración de arrecifes coralinos que tanto había visto en fotos y videos, sino por haber tenido la oportunidad de trabajar mano a mano con jóvenes locales reconstruyendo un ecosistema que ha sido y es tan importante para ellos. Barulero se le conoce a todo aquel nacido en Barú, una zona costera separada del territorio por el Canal del Dique a 45 minutos en lancha de Cartagena de Indias y gracias al nuevo puente a aproximadamente a 1 hora y media en carro desde la heroica. Conocida por sus hermosas playas de agua cristalina, deliciosa gastronomía y la alegría de su gente, Barú se ha convertido en uno de los destinos favoritos de muchos colombianos y
Creo que si hace 4 años me hubiese dicho que mi uniforme de trabajo iba a ser un equipo de buceo y que mi oficina